Abril de 2025
La capital que mira al Atlántico
Rabat es la tranquila y moderna capital del reino alauí. Muy extensa de tamaño pero con un casco histórico más tranquilo que el de la ciudad con la que en todo compite, Marrakech, me resulta una ciudad con muchos atractivos.
El paseo marítimo
Nos encontramos con el océano en la Avenida Mokhtar Gazoulit un paseo marítimo sencillo, ordenado y limpio que comunica las playas con la Kasbah y la Medina.
En sus aceras y espacios abiertos, nos cruzamos con gente que hace deporte o camina al sol, aunque no está muy concurrido.
El cementerio.
Este impresionantemente extenso camposanto posee más de diez mil tumbas. Se asienta junto a la costa, separado de ella por la Avenida Al Marsa, mirando al Océano Atlántico. Sus tumbas albergan figuras notables de la historia de Marruecos, políticos, soldados y artistas. Se estableció a principios del siglo XX y desde entonces se ha convertido en un símbolo importante del nacionalismo marroquí.
La kasbah de los Oudayas.
Dejando el cementerio atrás llegamos a la hermosa puerta de esta ciudadela fortificada, que es lo que es la kasbah. Traspasada la puerta, un laberinto de estrechas calles encaladas y en un estupendo estado de conservación invitan a perderse, si bien, pronto un ‘guía local’ te ‘organizará’ para llevarse sus dirham.
En unos minutos caminando llegamos al extremo contrario, el punto más elevado, que domina la desembocadura del río Bu Regreg. Una agradable y animada plaza hace de mirador desde el que contemplar el atardecer frente al océano.

Continuamos recorriendo el resto del recinto, atravesamos algunas placitas con terrazas y tiendas de artesanías hasta completar la visita y salir por una pequeña puerta junto a los Jardines de Andalucía.
La Medina.
Semejante en muchos aspectos a la más turística de Marrakech, esta resulta más agradable de pasear para el visitante.
El zoco.
Sus calles cubiertas con celosías son muy semejantes a las de Marrakech, con idénticos comercios y productos pero a un precio más bajo, en muchos casos ya marcado y con comerciantes menos insistentes.
Sin duda, resulta más agradable para el viajero y permite disfrutar más del paseo y las compras con tranquilidad y sin presiones.

Las mezquitas que tienen acceso desde estas calles, tienen sus puertas abiertas y ningún elemento te impide contemplar su interior.
La mezquita Moulay Sliman.
Cae ya la noche mientras comienza la última llamada a la oración del día. Pedimos permiso para asomarnos al patio de las abluciones y observamos con curiosidad el ritual antes de acceder a la sala de oración, separada por unas puertas de cristal que nos permiten ver el interior desde la lejanía.

En los alrededores, las barbacoas llenan de humaredas las calles en las que muchos pobladores locales compran la cena en puestos callejeros o se reúnen en el interior de los comedores que les suceden.
La oferta casi general es de carne. Nosotros buscamos algo de pescado, después de muchos días de cous-cous y tajines, pero cuesta encontrarlo. Siempre me ha resultado llamativo que tantos países costeros tengan tan escasa oferta de productos de mar.
Las murallas
Atravesamos las murallas de la medina y encontramos un agradable restaurante, llamado Cafe El Bahia, con algo de pescado en su carta y un simpático camarero que nos prepara mesa. Cenamos y regresamos caminando hacia el hotel.
¿Quieres el GPX de la ruta?
¡Encuéntrame en mi Contacto y pídemelo!
Donde comer:
A lo largo de la Rue Sidifath se suceden muchos restaurantes tradicionales muy básicos y baratos. Es el lugar donde los lugareños acuden a comer desde el zoco de la medina.
Muy cerca, saliendo por la puerta de la muralla, encontramos un restaurante con un agradable patio interior y con varios platos de pescado, el Cafe el Bahia.
Ver también (de este viaje):
La garganta del Dades
La kasbah de Assilah
Y además …
Musée National de la Photographie
Torre Hasán y su entorno.