Sin duda, si alguien me preguntase por uno de los tramos más bellos para recorrer en moto de España, este sería una de mis recomendaciones.
Ribadeo
La localidad que domina la margen occidental de la Ría de Eo, es la frontera oriental de Galicia. Su patrimonio va indivisiblemente unido al fenómenos de los «Indianos«, aventureros que emigraron a América (las Indias, tierra de promisión en aquellos tiempos) y que encontraron fortuna, volviendo a su Galicia natal y levantando exóticos palacetes como muestra de su opulencia y reminiscencia de las tierras donde forjaron su éxito.
Ribadeo cuenta con un buen número de estas casas, de indiscutible belleza y espectacularidad.
Además también cuenta con un conjunto de edificios remarcables en su casco histórico como XXXX
Faro de Isla Pancha
Saliendo por el puerto pesquero de Ribadeo se van sucediendo los miradores que se asoman a la ría hasta llegar a la desembocadura de esta, donde se haya la Isla Pancha y su faro, al que se accede por un pequeño puente.
Continuando por la agreste costa, hacia el oeste, se van sucediendo las playas y ensenadas, como Playa de Os Castros, hasta llegar a Rinlo.
Rinlo
Esta pequeña población que abraza el puerto natural, a salvo de las embestidas del Cantábrico, es famosa por sus mariscos, principalmente el percebe. Es por tanto, buen lugar para comer en alguno de sus pequeños restaurantes y probar desde arroz con bogavante hasta variadas tapas de productos tanto de mar como carnes y huerta.
Saliendo por el pequeño puente, la carretera continúa recorriendo un buen número de playas de fina arena blanca, al pie de acantilados coronados por praderas verdes donde pasta tranquilamente el ganado vacuno.
La ruta serpentea junto al borde de la costa dejando a la derecha el mar y a la izquierda una sucesión de pequeños bosques, plantaciones de maíz y praderas de pasto que van sucediéndose con algún que otro chiringuito donde se asan carnes y pulpo. Entre las playas más conocidas de este tramo se encuentran la Playa de Xuncos y la Playa das Illas, hasta llegar a la más famosa de todas, siguiente parada en la ruta.
Playa de las Catedrales
Continuando junto a la costa, continúan los acantilados, ganaderas praderas verdes, arboledas, ensenadas, puertos naturales, y el poderoso Cantábrico golpeando las rocas entre una variada gama de azules desde el turquesa a oscuro hasta llegar a este monumento natural restringido al acceso para limitar las multitudes que lo visitan.
En el margen de la carretera se alternan los caminantes y ciclistas con la naturaleza que va ofreciendo colores y texturas de una vegetación siempre verde que alterna los cultivos con las praderas y los bosques.
La famosa playa es un espectáculo natural donde las moles pétreas se alzan desde la fina arena dejando un puñado de cuevas y arcos naturales. La marea sube rápidamente devorando buena parte de la playa en poco más de 30 minutos. Pronto las olas entran mojándome mientras trato de tomar unas últimas fotos del paisaje.
Continuando más allá.
Playas cada vez más grandes y abiertas se van sucediendo hasta llegar a la Ría de Foz. En este punto dejo atrás la costa para dirigirme al interior hacia Lugo, donde haré noche.
El trayecto no presenta poblaciones de especial atractivo turístico, si bien es agradable el paisaje boscoso y verde.
Lugo, la ciudad de la gran muralla romana.
Una buena manera de terminar la jornada, dejada atrás la costa, es llegar hasta los muros defensivos que los romanos levantaron en el 13a.C. en estas tierras.
El casco histórico queda encerrado dentro del perímetro defensivo que a día de hoy es completamente caminable y se conserva completo.
Su tranquila plaza principal y catedral contrasta con un puñado de animadas calles y placitas porticadas donde se arremolinan los bares y restaurantes donde concurren locales y visitantes al caer la noche.
Tras disfrutar de unos vinos y tapas, regreso al hotel dando por concluida la primera etapa por tierras gallegas.