Son muchas las reflexiones que me traigo de este primer viaje en moto por Marruecos. El país alauí me a gustado en muchos aspectos y me ha resultado tremendamente curioso en otros.
Gente y las carretera
Una de las primeras cosas que me empezó a sorprender desde el mismo instante en que comencé a rodar por él es la cantidad de gente que transita por sus carreteras a pie generalmente, o en bicicleta o sobre un animal más puntualmente.
Las carreteras son como las venas del mundo por más que puedan transcurrir por zonas casi inhabitadas. La vida fluye por ellas y en Marruecos, como en gran medida me pasaba viajando por Sudamérica, están llenas de gente ya sea vendiendo productos, ya sea desplazandose de una localidad a otra o, en muchas ocasiones, esperando sabe Dios a qué. A veces tuve la impresión de que algunos estaban simplemente viendo la vida pasar ante sus ojos.
Es dificil encontrar un solo kilómetro seguido en el que no hubiera nadie al pie de la carretera, por más que muchos de los tramos atravesaban áreas completamente inhóspitas, sin pueblos en las cercanías.
Fueron varias las ocasiones en las que me detuve a tomar una foto o a revisar algo de mi moto o del equipaje y, no me preguntes de donde, al momento alguien apareció a ofrecerme té o a preguntarme mi procedencia, pregunta habitual en estas tierras.
La curiosidad
Las gentes aquí son curiosas y dadas a la charla. Al español le suelen reconocer a la primera, y la pregunta instantanea suele ser ¿de donde de España?. Generalmente a la respuesta de «de Madrid» le suele seguir algún comentario referente al futbol: «¿Real Madrid o Barca?». Es evidente que los marroquíes, igual que pasa en el resto del mundo, conocen por encima de cualquier otra cosa nuestra liga, y muestran claramente su preferencia por alguno de nuestros equipos. No les es indiferente.
Un nutrido grupo de ellos ha trabajado alguna vez en España, o tienen alguna persona cercana a ellos que está trabajando en mi país, por ello es común que te pregunten por las localidades que conocen de él.
Son generalmente extrovertIdos y simpáticos y, aunque en muchos casos se prestan a echarte una mano con algo sin que lo solicites, para ganarse algunos Dirham, no es menos cierto que en muchos casos simplemente les gusta colaborar desinteresadamente simplemente.
La seguridad
Aunque por muchos motivos el aspecto e indumentaria de las gentes nos puede generar cierta desconfianza, lo cierto es que el país es muy seguro y sueles poder dejar tus cosas con bastante tranquilidad, dentro de un orden lógico, sin temer por ellas, sobre todo en las ciudades pequeñas. En las zonas más rurales lo normal es que las mujeres vayan completamente tapadas y los hombres lleven generalizadamente chilaba.
Esta manera de vestir, junto con una cierta timidez en muchos casos, provoca que los estereotipos que tenemos en nuestro subconsciente (normalmente por motivo del cine) de identificar esto con un perfil de musulmán integrista, nos generen una infundada desconfianza.
En contra de lo que solemos pensar, los marroquíes no conducen tan mal, a escepción de las grandes ciudades, donde el tráfico es caótico. No he visto un solo accidente de tráfico y creo que eso se debe a que conducen relativamente despacio. Somos los occidentales los que representamos mayor peligro dado que, aunque conducimos con mejor técnica, lo hacemos a gran velocidad.
Modernización
El país está sufriendo un enorme cambio y modernización. Por todas las regiones se encuentra el viajero grandes obras de construcción o ampliación de infraestruturas. Las carreteras, que en tramos puntuales pueden encontrarse en mal estado, son por lo general estrechas pero con un firme medianamente bueno.
Estas infraestructuras y modernizaciones le van a restar buena parte de su exotismo. Aun muchas de sus tierras, sobre todo viajando al sureste, son genuinas y atrayentemente bellas. Quizás con el paso de los años este esfuerzo modernizador traiga progreso y vienestar a sus gentes, pero indudablemente le restará cierto encanto.
Hay muchos niños
También resulta llamativa la cantidad de niños y adolescentes que llenan los pueblos, incluso en los más remotos. En las zonas más pobres, visten humildemente, a veces con verdaderos andrajos, si bien, al igual que en occidente, casi todos tienen teléfonos móviles.
Hay muchas bicicletas en estos lugares. Niños y mayores se trasladan en ellas. También juegan en la calle como recuerdo que era común en España durante mi niñez, algo que ahora ya poco se ve.
Algunos peros…
Quizás uno de los puntos negativos que puedo reseñar es la acumulación de basura y escombros que se encuentran en las cunetas y en muchos espacios abiertos, sobre todo logicamente, en las cercanías de las poblaciones.
Desde luego los niveles de higiene son muy inferiores a los que estamos acostumbrados los occidentales. Obviamente son en muchos casos insuficientes, lo cual choca con nuestra, a veces, obsesiva asepsia. Como todos sabemos, uno debe de poner cuidado con el agua y los usos que hace de él. Consumirlo embotellado y precintado, evitar los hielos y poner cuidado al lavarse los dientes. Mas allá de eso, la comida cocinada no representa, a mi entender, un riesgo y es una pena no disfrutar de la experiencia.
Conclusión:
Si has llegado hasta aquí, como veras son muchísimas las cosas positivas que encuentro y muy pocas las mejorables, así es que a decir verdad, es un país que recomiendo enormemente visitar y disfrutar al máximo, despojandose de prejuicios y bobadas.
Ya me contarás como te fué … si quieres (contacto).
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