El suroeste andino.

La Ruta

Partiendo desde Medellín en dirección sur se toma la Carretera 25 hasta pasar Caldas. El tráfico en este tramo es pesado, especialmente al llegar al cruce con la Carretera 60 la cual se toma, a la salida de Caldas, siguiendo en dirección sur hacia Bolombolo.

Gradualmente va desapareciendo la cantidad de vehículos aunque por contra, los que transitan son grandes camiones (Tracto-mulas, como los llaman en Colombia) de hermosa estética americana, muy decorados y llenos de luces. Es un disfrute estético contemplar tantos y tan variados vehículos como los de las peliculas que soliamos ver de niños.

Empezamos a recorrer una boscosa y montañosa región con importantes explotaciones mineras. La carretera está durante grandes tramos encerrada en un bonito tunel de vegetación en el que de vez en cuando se abre un claro del que salen enormes volquetas cargadas de piedras, arena, etc.

Me resulta muy curioso ver cuanta vida hay en las orillas de la carretera. Viviendas de gente muy humilde con sus pertenencias, pequeños puestecitos de comida o frutas, niños jugando, adultos lavando vehículos… todos en el mismo borde (cuando no dentro) de la estrecha franja que forma el asfalto que a ratos está tremendamente deteriorado hasta el punto de desaparecer.

Un buen número de obras y distintos trabajos en la vía o junto a ella nos obliga a detener la marcha de cuando en cuando. Aun así, a pesar de lo lento y cálido que transcurre el trayecto, disfruto mucho del paisaje, el colorido y la espectacularidad de todo lo que veo desde mi privilegiado asiento.

Restaurante La Mayoria

Un poco más adelante nos topamos con el gran Río Cauca, nada más dejar atrás Bolombolo. Pronto se nos echa encima el medio día y paramos a comer (almorzar como llaman los locales a esta comida). Encontramos un estadero de aspecto mas que agradable. La comida es deliciosa y los precios muy razonables. Hacemos un largo descanso, comemos, estiramos las piernas y continuamos a tomar café en Hispania.

Parque de Hispania

La localidad es pequeña y muy tranquila. Como en todas las de esta región, el nucleo urbano se extiende rodeando el Parque principal en el que se alza la Iglesia,esta también muy bonita. La peculiaridad de este pueblo son los enormes 4 árboles que ocupan las cuatro esquinas de su parque cuadrado y exquisitamente ajardinado.

Un poco mas adelante, con una vegetación cada vez más densa cruzamos sobre el Río Bolivar. Los carteles nos anuncian que entramos en en tierras andinas y recolectoras de café.

La Ruta 60 cruza el Río Bolivar para adentrarse en las tierras cafeteras de las laderas andinas.

De allí continuamos hacia Andes: el centro de la bulliciosa localidad se alza en lo alto de una empinada colina. Se trata del núcleo comercial de la zona, con algunos edificios interesantes pero muy descuidado el resto. Salimos rápido tras asomarnos fugazmente al interior de su iglesia principal. La tarde está cayendo con celeridad y debemos dirigirnos a Jardín.

Colorista monumento a La Virgen María a la entrada de Andes.

Por el camino nos topamos con los primeros cafetales a pie de carretera así como con un área protegida donde se asienta una comunidad indígena que continua viviendo de un modo tradicional. Caminan por los laterales de la carretera, de regreso a sus casas tras trabajar toda la jornada en los campos de los alrededores. Las carreteras colombianas, especialmente en esta zona, están siempre concurridas. Son las arterias por las que circula la vida, las oportunidades de ganar unos pesos y también son el patio de recreo de las muchas viviendas humildes que se arriman a su borde. Todo se compra y vende a pie de carretera.

Poblado indígena.

Hacemos una nueva parada para deleitarnos con la fabulosa imagen que nos brindan estas tierras. Es un deleite para la vista conducir la moto por estas tierras. Viajamos todo el tiempo a baja velocidad por lo complejidad de a carretera, tardamos mucho en llegar a los sitios pero sin embargo no nos importa, gracias a ello podemos gozar a cada momento de este paisaje, muy cambiante, pero siempre bellísimo.

Cafetales y plataneras mientras vamos a Jardín. Junto a la Finca Portugal

Estamos a pocos kilómetros de llegar al destino final del día. Disfrutamos unos minutos del magnífico paisaje andino y ya con el atardecer, entre fincas cafeteras, llegamos a Jardín.

Parque principal de Jardín al Atardecer

Disfrutando de la naturaleza en Jardín

A la mañana siguiente salimos a desayunar a Macanas, un pequeño paraíso junto a la Iglesia donde además de ponernos un estupendo café y pasteles de pollo, su encantador dueño muestran algo curiosísimo: Las abejas «angelitas«, unas abejas que no pican, del tamaño de mosquitos, que fabrican una exquisita miel en un igualmente diminuto panal colgado en mitad de una pared repleta de macetas con flores al mas puro estilo de un patio cordobés.

Callejeando por Jardín

Después salimos a caminar por las coloridas callejuelas hasta la fábrica de dulces desde donde tomamos la vieja calzada que los conquistadores construyeron siglos atrás para acceder al pueblos desde las montañas.

Junto al charco de los corazones

Caminando llegamos hasta el Charco de los Corazones y su salto de agua de 25 metros, y un poco mas allá nos acercamos a la empinada ladera donde la vegetación se espesa de nuevo y las plantaciones y fincas cafeteras se pierden entre la montaña.

 

Conocer más sobre el suroeste andino…

Hispania.

Iglesia de Hispania

Río Bolivar.

El Río Bolivar. Desvío a Andes

Andes.

Iglesia de Andes
Estatua de Simón Bolivar, Los niños abarrotan la plaza principal del bullicioso pueblo
Interior de la Iglesia de Andes, muy bonita y cuidada como todas en la región

Jardín.

Interior de la iglesia de Jardín
Disfrutando de la agradable noche en las terrazas del parque principal
La era, junto a la calzada de los conquistadores
Fincas rurales
Interior del túnel de los murciélagos

La Ruta 60.

Restaurante La Mayoría.

Este restaurante de carretera tiene una variada carta de carnes, platos tradicionales y pescados. La comida está deliciosa y los precios son buenos. En el viaje de ida paramos a tomar unas cervezas acompañadas de empanaditas de parroquia y una carne con patatas. Salimos tan satisfechos que no dudamos en repetir en el viaje de vuelta, que para mayor acierto llegué al deleite con la tilapia: un pescado horneado increíblemente sabroso de suave textura y crujiente piel y agallas todo acompañado por arroz, salsas, ensalada, platano frito y para beber una refrescante limonada con hielo picado.

Tiene una amplia zona de descanso y una hermosa heladería:

Heladería de La Mayoría

 

El resto del viaje…

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