El 6 de agosto de 1538, Gonzalo Jiménez de Quesada fundaba la ciudad en el punto en el que se asienta la Plazoleta del Chorro de Quevedo y en ese mismo lugar se contruía la Ermita de San Miguel del Principe.

El Chorro de Quevedo
Hoy en día es una zona animada y alternativa de la capital colombiana. Entorno a la plazoleta y las calles adyacentes se amontonan un gran número de restaurantes y bares de todos los estilos, entre ellos algunos de rock.

Es un área muy colorista y estéticamente rompedora con respecto a los locales colombianos más tradicionales. Sus calles y placitas están llenas de gente tomando bebidas y comida sentados en las aceras. A mí personalmente me encantó.

Con mi amigo Andrés por La Candelaria
Acudí allí con mi buen amigo Andrés, que después de unos cuantos años en Segovia, ahora ha marchado a vivir a Bogotá.

Fuimos caminando desde el cercano Parque de los Periodistas, donde nos habiamos bajado del Transmilenio (Transporte similar a un metro, pero por medio de autobuses), que dista unos 10 minutos a pie del Chorro de Quevedo.

Allí, tras contarme Andrés la historia y fundación del lugar, me invitó a una típicas empanadidas colombianas y cerveza artesanal en un bonito restaurante, una cuadra por detrás de la plazuela, llamado El Gato Gris.

Desde la terraza alta del restaurante se disfruta de las vistas de Bogotá y del ambiente del Barrio de la Candelaria.

Después entramos a tomar aguardiente a uno de los bares de rock de la zona y pusimos fin a la visita. De nuevo caminando, volvimos de nuevo a la parte más baja de la ciudad para tomar el transporte público hacia casa.

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