A unos pocos kilómetros del puerto romano de Civitavecchia se encuentra la vieja y tranquila ciudad de Tarquinia, que bien merece la visita.
Tarquinia
Esta ciudad, de más de 3000 años de antigüedad, fue la capital de los Etruscos antes de quedar absovida por Roma entorno al 280 a.C. De aquella época antigua se conservan aun interesantes retos como su necrópolis, que tristemente esta vez no pude visitar por el horario de acceso.
Sin embargo, el paso de los siglos fue acumulando en ella un importante patrimonio dentro de los límites de sus murallas, principalmente durante la etapa medieval.
Un castillo, un buen número de iglesias y algunos palacios han llegado hasta nuestros tiempos en un estupendo estado de conservación. Pasear por sus estrechas calles con casas de piedra, atravesar las tranquilas placitas y visitar las solitarias iglesias supone un disfrute.
Entre ellas destacan las de San Martino, La Anunciata, San Lounardo, San Giovanni Gerosolimitano, Santa María in Castello o el Duomo di Santa Margherita.
Más cercano en el tiempo, bonitas plazas y fuentes como las de la Fontana di Piazza y miradores como el Belvedere della Ripa, cercano a los talleres donde artistas escultores muestran sus impresionantes trabajos.
El agradable paseo completa nuestra estupenda jornada de cálido verano mientras la localidad se preparaba para la fiesta nocturna, que alrededor del vino, mantendría sus calles plagadas de puestos de comida, artesanías y terrazas a buen seguro abarrotadas.