La volcánica isla de Lanzarote, la más oriental del archipiélago de las Islas Canarias es uno de esos destinos especiales de recorrer en moto, y más puntualmente Timanfaya.
Sus paisajes marcianos, las posibilidades de alternar pista y asfalto, su tamaño intermedio con un buen número de enclaves de interés repartidos a lo largo y ancho de la isla y su fantástica climatología la convierten en el lugar perfecto para dedicar unos días para montar en moto.
Timanfaya y las Montañas de Fuego
La norte de la localidad de Yaiza, a sus afueras, se puede acceder al Parque Nacional. Un monumento con el icónico Diablillo en el lateral de la carretera nos indica que estamos penetrando en este espectacular territorio creado por el volcán de Timanfaya.
Continuando por la carretera. se suceden las indicaciones de enclaves destacados como Montañas de Fuego, que contemplamos desde una yerma llanura de magma volcánico solidificado, el Echadero de los camellos o las laderas de arena negra de la Caldera del Corazoncillo.
Tras de ellas, a la derecha, la garita de control de acceso al área protegida del P.N. Timanfaya que una vez superada abre ante el viajero un paisaje de desolación y crestas de roca cristalizada de indescriptible belleza.
Ascendiendo por el serpenteante tramo final de la carretera llegamos al aparcamiento del complejo Islote de Hilario, donde abordaremos los autobuses que nos permiten recorrer el corazón del Parque Nacional de Timanfaya / Montañas de Fuego.
Hilario fue un eremita que se instaló con la única compañía de una camella en estas tierras devastadas, a su regreso de la Guerra de Filipinas, quién dio nombre al enclave según la leyenda.
Montando en moto.
Tanto las escasas carreteras que rodean el área protegida como la pistas de tierra que se adentran en ella descubren al viajero un panorama irreal, extraterrestre.
Los paisajes agrestes, volcánicos, de un intenso negro manchado de pinceladas rojizas, amarillentas y pálidas que conforman este escenario semejante a Marte, son un disfrute para la vista, así como la conducción y, por supuesto, una oportunidad magnífica de divertirse también pilotando por pista.
Más allá de Timanfaya, la colindante zona de La Geria, complementa la experiencia de viaje por pistas que describo en esta publicación.
Por otra parte, aprovechar para comer en el Restaurante El Diablo los productos asados al calor del volcán, o contemplar las demostraciones del calor latente a escasamente 1 metro bajo la superficie son otras experiencias que el viajero no debe perderse.
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