Agosto 2023
Roma
Como ya han sido varios nuestros viajes anteriores a Roma, en esta ocasión alternaremos el paseo por algunos de nuestros lugares y rincones preferidos que siempre repetimos, con la visita a otros muchos lugares los recorreremos aprovechando la moto para hacer un tour nocturno por toda la ciudad.
Tour nocturno en moto.
Iniciamos en la Piazza della Repubblica desde donde bajamos por la Piazza Barberini y ascendemos al Mirador de Piazza della Trinità dei Monti para ver el atardecer con la cúpula de San Pedro al fondo.
Con las primeras luces nocturnas no asomamos desde el mirador a la Piazza del Pópolo y desde allí seguimos por el Ponte Regina Margherita y la Lungotevere del Mellini, serpenteando junto al Tiber, hacia el Castel Sant’Angelo y desde allí a Via della Conciliazione para llegar a San Pedro del Vaticano.
Continuamos rumbo al Ponte Palatino y cruzándolo llegamos al Circo Massimo, después, girando por la Vía di S. Gregorio llegamos al Coliseo y desde allí subimos a la Archibasílica de San Juan de Letrán, la cercana Porta S. Giovanni para continuar hacia la Basílica Papal de Santa Maria Maggiore.
Seguimos después por la Vía Cavour hasta la Vía de los Foros Imperiales y llegar a la Piazza Venezia para visitar después el Campidoglio, la Piazza Navona y el cercano Panteón.
Después, en la Piazza di Pietra, el Templo de Adriano y desde allí a la Fontana di Trevi para, a continuación, volver por el Quirinale hasta la Fuente de Moisés y la Iglesia de Santa María de la Victoria, donde terminamos, volviendo a nuestro hotel cercano a Porte Pia.
Tras la huellas de San Lorenzo.
Nos reunimos, a primera hora de la mañana, con nuestro gran amigo Andrés Trujillo que ha viajado desde Civitavecchia, donde reside y es párroco. Desayunamos un típico Cappuccino e cornetto y, dado que nos encontramos a unos días de la festividad de San Lorenzo, que murió martirizado muy cerca de donde nos hemos citado, Andrés nos lleva a visitar los lugares relacionados con el santo.
Visitamos la iglesia y la cripta donde el santo fue quemado vivo. Hoy en día se encuentra en el Convento de San Lorenzo in Panisperna. También visitamos, de forma privada y con mucha fortuna, su última morada donde estuvo preso. En la pequeña estancia aún brota, 1700 años después, un hilito de agua que, consagrada, nos traemos de recuerdo.
Trastevere y Vaticano.
Es mediodía y nos encontramos cerca del río Tíber. Cruzamos el Ponte Garibaldi y nos dirigimos a un restaurante al que casi siempre he acudido en mis anteriores visitas a Roma: Carlomenta. Tras la comida, Andrés nos tiene que abandonar para volver a Civitacchia. Nosotros seguiremos el paseo para visitar la Basílica de Santa María en Trastevere.
Antes de que caiga la tarde, continuamos la caminata hasta la Ciudad del Vaticano. Las cosas han cambiado bastante con respecto a anteriores visitas. En San Pedro ya no se ofician misas al anochecer, todo está cerrado desde media tarde y en la noche, vagabundos toman los soportales de la plaza volviéndola sucia y poco agradable.
El resto de nuestra estancia en Roma lo dedicamos a caminar por aquellos lugares que tanto cariño hemos tomado a lo largo de los años y las visitas. Siempre sacamos un ratito, cada vez más tardío, para acercarnos a la Fontana de Trevi y disfrutar de la paz que desprende el rumor del agua saltando por las esculturas.
Igualmente entramos en iglesias para admirar su arte, también en suntuosos y decadentes palacetes o locales, tabernas y comercios hasta que la noche nos devuelve al hotel.
La Vía Appia
Viajando hacia el sur, siempre cerca de la costa y por carreteras convencionales que van atravesando los pueblos y ciudades, transcurre la calzada de la Vía Appia flanqueada por altos pinos alineados en sus orillas.
El paisaje es hermoso, las localidades están animadas en esta época estival. Las horas se van sucediendo plácidamente sobre la moto con la única incomodidad de la temperatura.
A medio día pasamos junto a la playa de Terracina y decidimos sentarnos a comer en una bonita terraza junto al mar. Descansamos, nos refrescamos y seguimos ya del tirón hasta las afueras de Nápoles, donde encontramos un caro pero muy agradable alojamiento que será nuestra morada por los siguientes 4 días.
Nápoles
Regreso por tercera vez a esta ciudad para la siento una fascinación especial. Como siempre digo cuando hablo de Nápoles, este lugar es capaz de aunar la mayor belleza y el peor desorden del mundo encontrando un equilibrio incomprensible, pero vitalista, divertido y sorprendente.
Palacio Real.
El Reino de Nápoles fue uno de los más poderosos de la península itálica y una de las joyas más preciadas del Imperio Español. Reyes tan admirados como Carlos III de España salieron de aquí.
Todo ello se comprende mejor cuando nos plantamos en mitad de la Piazza del Plebiscito, que llegó a rivalizar con la mismísima plaza de San Pedro del Vaticano. Desde allí contemplamos la grandiosidad del Palacio Real de Nápoles.
Muy cerca se encuentra la Galería de Umberto I, que rivaliza en belleza con la famosa Galería Vittorio Emanuele II de Milán.
Caída la cálida noche napolitana, asistimos a un fantástico concierto de músicas diversas en la Plaza del Plebiscito. Sin duda, otra de las cosas que destacan de la vida napolitana es la alegría de vivir.
Quartieri Spagnoli (barrio español).
Tomando como referencia la Via Toledo, que arranca en el Palacio Real de Nápoles, el histórico barrio de enorme extensión se eleva en pendiente hacia el oeste de esta arteria principal de la ciudad.
El barrio se organiza en damero (cuadrícula) con calles estrechas en las que a penas penetra la luz del sol, tamizada por las ropas tendidas de fachada a fachada. Las puertas y ventanas de las casas está abiertas y sus habitantes hacen vida a ojos del viandante.
En cualquier esquina o fachada han erigido altares a toda clase de santos y antepasados, y por supuesto está omnipresente la figura de Maradona, el futbolista elevado al olimpo de tal manera que que ralla en el esperpento.
También abundan los bares y restaurantes de toda condición, porque en este aspecto, si hay dos cosas que define a Nápoles es gozar de la mejor gastronomía de Italia, a mi entender, así como de albergar lo sublime con lo decadente o lo desastroso, pared con pared.
Caminamos toda una tarde hasta bien entrada la noche serpenteando por sus callecitas. Nos encontramos con muchos estudiantes que acuden a divertirse a esta zona o bien a trabajar de camareros para pagarse la estancia como universitarios.
Castel dell’Ovo y la fachada costera.
Un ambiente completamente distinto es el que se respira a la sombra de la tosca pero imponente mole de Castel dell’Ovo, fortaleza que protegía la entrada a la bahía.
A este pedacito de alegría, que es lo que se respira en sus terrazas y restaurantes, se accede por un pequeño puente. Desde sus callecitas y miradores se tiene una grata perspectiva del amplio paseo marítimo que ofrece la Nápoles más ordenada hacia el mar.
Duomo di Santa María Assunta y San Genaro
Al extremo contrario de la ciudad histórica, se encuentra la Catedral de Santa María de la Asunción, y bajo ella, la cripta de San Genaro, muy venerado en estas tierras y del que cada 19 de septiembre se licua su sangre milagrosamente, lo cual es interpretado como una señal de protección de la ciudad.
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Donde comer:
- En Roma: Carlomenta
- En Nápoles: En el centro, los restaurantes de Vía Tribunale, A las afueras, La Porchetteria.