Situada en la región centro de Portugal, Aveiro es una tranquila y turística ciudad costera que merece la pena visitar sin prisas.
Aveiro
La ciudad de los canales es es una agradable y tranquila localidad turística separada de la costa por unas extensas salinas. El centro histórico se encuentra rodeado de canales navegables a los que se asoman decenas de terrazas y estupendos restaurantes de cocina típica portuguesa, en su inmensa mayoría, donde saborear un buen número de platos de mar entre los que destaca, el afamado bacalao.
Como en todas las ciudades portuguesas, los azulejos adornan la gran mayoría de las fachadas y rincones de los edificios, monumentos y calles.
De entre los pocos que no están decorados con azulejos, muchos conservan decoraciones coloristas y molduras que les aportan gran belleza.
Al igual que en cualquier otra ciudad turística, las tiendas de recuerdos y las pastelerías, se alternan con los restaurantes y cafeterías. Las dos especialidades de dulces típicos de esta zona son los Ovos Moles y las Tripas. Los primeros son una especie de Yemas dulces, que guardan cierta semejanza con las conocidas de Santa Teresa (en Ávila), mientras que las segundas son semejantes a crepes de crema.
La atracción turística por antonomasia de la ciudad son los paseos en barco moliceiro o mercantel por los canales que surcan el centro de la localidad.
Cercano al centro (Aveiro es una ciudad de tamaño relativamente pequeño y fácilmente caminable) se extiende el Parque del Infante Don Pedro, que bien merece un paseo.
Cojo la moto y salgo por las salinas, en dirección al puerto pesquero. Dejo atrás Aveiro para dirigirme hacia la costa atlántica a la que llego en poco más de 10 minutos atravesando humedales y rías interiores.
Praia Da Barra y Costa Nova
Una inmensa y hermosa playa de arena fina se extiende a lo largo de kilómetros. El Faro, Farol Da Barra, delimita si extremo norte, punto de acceso a la marina interior. Al sur, la playa continúa homogénea durante decenas de kilómetros hasta Figueira de Foz, alternando distintos nombres.
El mar es frío, pero de una gran belleza. Grandes dunas hacen de muralla entre las anchas playas y las poblaciones y una larguísima red de plataformas elevadas de madera permite caminar sobre las dunas contemplando de extremo a extremo la playa, topándonos con agradables chiringuitos de poco en poco.
El pueblo de Costa Nova es famoso por sus casas de colores, con sus fachadas a rallas. Resulta muy agradable de caminar a lo largo de su paseo principal, que se asoma a la ría interior.
La longa del pescado y algunos de sus restaurantes de cocina marinera son otros de los atractivos que merecen la pena visitar.
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