La marina Lucense y la Coruñesa son costas poderosas, agrestes y de una belleza única donde el mar Cantábrico y el Océano Atlántico se encuentran. En esta etapa de viaje recorro una variedad de paisajes realmente rica.
Lugo
El día ha amanecido fresco y tranquilo en Lugo, estupendo para pasear un rato y buscar donde desayunar. Después disfruto caminando por lo alto de la muralla antes de regresar al hotel para organizar sin prisas el equipaje.
Tomo dirección norte, de nuevo hacia la imponente costa de la cual me separa unas cuantas decenas de kilómetros, viajando por tranquilas carreteras interiores.
Parques eólicos
Dejo atrás los cielos soleados y me interno en otros más grises y amenazantes. La temperatura ha descendido hasta hacerse incómodamente fresca.
El paisaje, ahora es más montañoso y aun siendo hermoso, está tristemente afeado por las decenas de enormes aerogeneradores que coronan todas las alturas que me rodean.
Decido salir de la ruta y tomar un camino de tierra que se adentra en uno de estos parque eólicos. Sopla un viento húmedo que, además de mantener verdes los pastos donde una solitaria manada de caballos pasta, mueve las descomunales palas de estos enormes engendros generando un molesto zumbido continuo.
Tomo algunas instantáneas de los equinos que se acercan curiosos a este inesperado visitante. Empieza a lloviznar, es hora de irme.
As Pontes
Tan solo unos pocos kilómetros mas adelante empiezo a divisar las enormes instalaciones industriales de la Central Térmica de As Pontes. Voy demasiado rápido huyendo de la lluvia como para poder buscar un buen lugar donde contemplarla y fotografiarla. Aun así me detengo a la entrada, tomo algunas fotos y tengo que salir apresurado ya que el chaparrón descarga de repente con fuerza.
Muy cerca, en el pueblo, paro a respostar y aprovecho para comer en un sencillo, barato y sabroso restaurante de carretera. Me demoro el tiempo suficiente como para que la tormenta amaine y luzca de nuevo el sol.
El litoral norte
De nuevo me dirijo hacia la costa del norte para rodar serpenteando entre las montañas y los acantilados de este agreste litoral gallego preñado de riqueza natural.
El Faro de Estaca de Bares
Durante mi niñez, los informativos meteorológicos que daban cuenta de las tormentas que entraban por el norte siempre hacían referencia a la «Boya de Estaca de Bares«, algo que quedó grabado en mi memoria.
En este viaje por la costa no podía dejar de acercarme hasta este punto, aunque solo fuera por la renombrada boya, pero lo cierto es que el camino hasta llegar al faro es una auténtica delicia.
Pueblos hermosos y fantásticos paisajes que suceden hasta alcanzar el final de la carretera que muere a la puerta del faro. Aparco mi moto junto a la vaya, tomo unas fotos y me adentro caminando en el complejo, buscando el acantilado contra el que rompe poderoso el Mar Cantábrico.
Cabo Ortegal, el encuentro entre el Cantábrico y el Atlántico.
Mi siguiente punto de visita en este vagar por la costa gallega es el Cabo Ortigal, un lugar de imprescindible visita por ser el punto en el que se establece la unión del Mar Cantábrico, al este, con el Océano Atlantico, al este.
Para llegar hasta él he ido dejando atrás una colección de bellos pueblos costeros, bulliciosos y activos, que se asoman a la Ensenada de Preguiza, en la Ria de Ortigueira. Después comienzo el ascenso, entre densos bosques, que me conducirá hasta el Faro del Cabo de Ortegal.
Se abre ante mis ojos el enorme océano azul oscuro enmarcado entre las laderas verdes del pinar que se asoma hasta el mismo borde de los cantiles.
El bonito faro blanco y rojo y la plataforma que lo rodea forman un mirador inmejorable para deleitarse con la naturaleza, tan generosa con Galicia.
San Andrés de Teixido
De regreso del Cabo de Ortegal, tomo una de las carreteras mas espectaculares que pueden recorrerse en este extremo norte de España, la que DP-2205 que atraviesa el páramo de Costa Ártabra en dirección a San Andrés de Teixido.
Pequeños bancos de niebla envuelven intermitentemente las praderas verdes, semejantes a una alfombra, que flanquean la estrecha carretera. Las vacas pastan despreocupadas en los alrededores del aparcamiento del Miradoiro de Garita da Herbeira.
La tarde empieza a declinar y es hora de continuar hacia Xuvia, pequeña localidad a las afueras de Nalón, que aun recordaba con nostalgia de mi paso en el Camino de Santiago, años atrás.