Los Palmerales de Ziz
A mitad de camino entre Er-Rachidia y la populosa Erfoud se encuentra este enorme palmeral que se extiende a lo largo del cauce del río del mismo nombre, que discurre paralelo a la carretera.
El palmeral se encuentra en la brecha horadada en el terreno por el río provocando el curioso efecto de permanecer invisible desde la carretera. Tan solo con salirse de ella por el arcén y recorrer unas decenas de metros se podrá disfrutar de la imponente vista de color verde oscuro que alfombra el fondo del valle.
Museo de Fósiles de Tahiri
Continuando la etapa y nos topamos con el curioso reclamo de unas enormes esculturas de esqueletos a tamaño real de un tiranosaurio, un triceratops y un aparatosaurio, situados a la puerta museo.
El complejo cuenta además de una tienda y taller de artesanías, con una terraza-bar a su espalda y toda una serie de espacios de ocio para los numerosos turistas que hasta aquí se acercan.
Nos quedamos un rato allí tomando unos refrescos en la sombría terraza y conversando. Un rato después de nuevo arrancamos nuestros motores y ponemos rumbo hacia la siguiente parada.
Risani.
Llegando a la ciudad por la N13 encontramos una gran cantidad de ruinas de antiguas construcciones de barro y ladrillo, que se integran perfectamente en las desérticas arenas que poco a poco las van sepultando. Es un paisaje bonito, salpicado por innumerables palmeras.
La puerta de Risani
Atravesamos la hermosa puerta de acceso a la ciudad, y continuamos hasta la plaza que se extiende frente al recinto amurallado de la ciudad vieja.
Más al sur hay un animado mercado y algunos restaurantes interesantes en sus alrededores. El plato típico en esta ciudad es la Madfouna, una especie de empanada de carne, pero en esta ocasión nos iremos sin probarlo… ¡para la próxima vez!
Hace mucho calor. Sacamos algunas fotos, llenamos los depósitos de nuestras máquinas para lo que nos queda aún por delante y seguimos peregrinaje.
Hacia Gara Medouar
Deshaciendo nuestros pasos, volvemos por la N13 hasta el cruce con la N12 donde tomaremos camino hacia la conocida como Cárcel de los Portugueses, a la que ya he dedicado una reseña aparte.
Seguimos hacia la gran duna de Merzouga.
Abandonando por el sur la ciudad de Risani disfrutamos de un divertidísimo tramo en el que zigzagueamos entre palmerales y ruinas de viejas construcciones de barro.
Después, todo se despeja y la interminable carretera comienza a dejar ver en el horizonte la silueta anaranjada de la gran duna de Merzouga. Son las 4:00 P.M. y hace mucho calor. Al llegar a destino no hay un alma por la calle, el viento sopla con fuerza y el navegador se despista.
Nos cuesta dar con el punto de encuentro donde vendrán a recogernos para llevarnos hasta las jaimas, pero eso ya es otra historia…