Agosto de 2023
Dejando atrás el Piamonte alcanzamos, por Castiglione, la costa amalfitana. No muy lejos se encuentra Salerno pero el denso tráfico de la zona nos invita a descartar la visita para otra ocasión.
Nos cuesta enormemente aparcar la moto. La estrecha carretera que serpentea colgada de la roca sobre el mar es un hormiguero de gente que transita el lateral sin arcén. Al fin, tras muchas vueltas, conseguimos aparcar.
Amalfi
Tanto sus pequeñas calas bajo los acantilados, como las callecitas que ascienden empinadas hacia las casas que trepan por la rocosa montaña, está abarrotadas de gentes que entran y salen de los comercios destinados a turistas.
Subimos la escalinata que da acceso a la bellísima Catedral de San Andrés Apostol, templo que domina el centro de esta localidad que sin duda es uno de los lugares más fotografiados de Italia.
Más allá, callecitas estrechas con soportales repletos de restaurantes y tiendas, así como multitud de puestos donde se vende uno de los productos estrella de esta localidad: los sorbetes de limón.
Es agosto y el calor es intenso. Nos sentamos a comer en una terraza y trás pasear un rato recorriendo las estrechas callejuelas hasta llegar al bullicioso puerto, decidimos continuar hacia nuestro siguiente destino costero.
Por el camino nos encontramos con el Fiordo di Furore. El lugar es conocido entre los amantes del septimo arte dado que en este lugar se han rodado un buen número de películas. Tomamos unas fotos y nos distraemos observando como algunos se atreven a saltar a las aguas desde las rocas que lo encierran.
Positano
Continuando por la SS163 llegamos a Positano. Cada curva de la carretera nos revela una nueva imagen de postal. El sol ya está descendiendo tornando el horizonte en dorado mientras decenas de yates y enbarcaciones de recreo van regresando a la costa. Hacemos una parada en uno de los miradores sobre tos tejados de la bella localidad. Unas fotos más y volvemos a la carretera.
Sorrento
La puesta de sol nos alcanza en esta famosa y turística ciudad. Nos sentamos en un agradable mirador sobre la costa, a ver como el astro se oculta tras la línea del mar. Bajo nosotros, una terraza con música suave y gente muy arreglada, se llena de gentío dispuesto a comenzar la cena y la fiesta nocturna.
A nosotros aún nos quedan algunos kilómetros hasta estar de regreso en Nápoles. Es hora de coger camino hacia el alocado tráfico napolitano.
