Febrero de 2020, Ecuador. Javier de Lucas Vázquez
Manta, en la región de litoral de Manabí.
Situada en el noroeste del país, es la segunda ciudad más importante de la región, tras Portoviejo, su capital situada más al norte. Fundada en 1534 por un conquistador español, el Capitán Francisco Pacheco, no fue hasta principios del siglo XX cuando cobró la relevancia actual, como uno de los centros económicos, industriales, financieros y comerciales mas importantes del Ecuador.
La populosa ciudad de 220.000 habitantes, es conocida como «La Puerta del Pacífico» por ser uno de los principales puertos para la economía ecuatoriana. Además es un importante destino vacacional por sus fantásticas playas y su animado centro, por más que no cuente con destacados monumentos históricos.
Paseando por la costa de Manta
La ciudad se extiende a lo largo de una enorme bahía bañada por las aguas cálidas del Océano Pacífico. Un largo paseo marítimo comienza en las cercanías del aeropuerto y va recorriendo kilómetros de hermosa playa de arena fina donde se suceden escenas como las de pescadores recogiendo de forma tradicional sus redes de pesca.
También me encuentro astilleros artesanales donde se reparan barcos pesqueros de madera de tamaño importante entre andamios de bambú, bañistas disfrutando de las fenomenales aguas, lonjas de abundantes pecados y mariscos, chiringuitos y restaurantes, surferos y veraneantes…
La Lonja.
Bajo una enorme techumbre, a pie de playa, se agolpan los puestos repletos de una gran cantidad de pescado y montañas de mariscos recién traídos hasta las piletas donde un batallón de pescaderos y pescaderas vocean ofreciendo su mercancía mientras limpian el género.
El recinto es tremendamente bullicioso, rebosante de vida. Siempre me han encantado estos lugares. El olor es fuerte pero pronto me habitúo y mis cinco sentidos se centran en capturar imágenes que conserven al menos una pizca del escenario que me rodea.
No quiero abusar de la infinita paciencia de mi buen amigo Pablo que pasea siguiéndome despreocupadamente mientras yo disparo en todas las direcciones.
Salimos hacia el aparcamiento donde hemos dejado nuestras motos y nos ofrecen frutas, comida, de todo. Mucha gente se busca la vida paseando todo el día vendiendo lo que puede para sacarse unas monedas. También se acerca un ‘gorrilla‘ que se supone que ha estado pendiente de nuestras motos.
Aquí nuestras dos máquinas son vehículos de lujo para el nivel medio del país. Es por eso que en muchos lugares, cuando paramos, se acercan chavales, y no tan chavales, a preguntarnos por la cilindrada, el precio y la sempiterna petición de que hagas rugir el motor con un par de bruscos acelerones.
Reparación de barcos.
Cerca de la lonja, sobre la arena de la playa, se encuentran varados media docena de barcos en distinto estado de construcción o reparación. Todos son de madera y sus elementos se encuentran repartidos alrededor de las estructuras.
Unos muestran desnudas sus cuadernas. Siempre esta imagen me ha traído a la imaginación la osamenta de una enorme ballena con sus costillas surgiendo de la columna vertebral. A eso mismo se me asemeja ver la quilla de un barco de madera en la que se insertan las cuadernas de la embarcación.
Otros tienen su casco cubierto y está siendo calafateado o pulido y en otros las tareas se centran en las cubiertas o el puente, o en los elementos que permiten las distintas artes de pesca.
Todos ellos se encuentran rodeados de andamiajes confeccionados con tubos de bambú. Estructuras sencillas, baratas y muy funcionales. Todo ello muy llamativo para el objetivo de la cámara.
La noche en el centro Manta
El centro de Manta tiene un pequeño puñado de calles en las que se suceden restaurantes, mayoritariamente de comida local, y pubs, cantinas y terrazas. La noche es cálida y la gente se agolpa en las puertas de los locales bebiendo cerveza o ron y viendo en pantallas exteriores la retransmisión de fútbol. Algunos pocos escuchan música latina y disfrutan, generalmente en familia, de la escasa brisa y la bebida fría.
Por las calles transitan llamativos coches, algunos lujosos y otros, viejos modelos restaurados a los que generalmente cambian las ruedas por unas de diámetro inferior y los ejes sobredimensionados haciendo que las cubiertas asomen por los laterales de la carrocería.
Pregunto por esta costumbre a mi amigo Pablo y me comenta que muchas de esas camionetas son las que ellos tuvieron cuando empezaron a conducir y, por ende, con los años, quién puede trata de restaurar una y tenerla como recuerdo de esos intensos años… Reímos y bromeamos imaginando ¡cuantas indiscreciones podrían rebelar esos vetustos cacharros!
Un rincón de obligada visita.
Sin lugar a dudas uno de los lugares más recomendables para ir a tomar una cerveza o almorzar es en el Barril Pub, al final de la Playa del Barbasquillo. Su terraza sombría, sobre los acantilados que se asoman al inmenso océano, permite disfrutar de la suave brisa marina y el sonido de las olas rompiendo contra las rocas con una bebida en la mano y la vista puesta en el horizonte.
Allí, disfrutando de unas frías «Bielas» como le gusta a mi amigo Pablo llamar a las cervezas, hablamos de la ruta que nos espera a la vuelta del promontorio que se sitúa mirando al sur, porque aquí al lado, a menos de un kilómetro comenzaremos la Ruta del Spondylus, la Ruta del Sol Ecuatoriana.
El terremoto de 2016.
La noche del sábado 17 de Abril de 2016 un poderoso terremoto de magnitud 7,8 con epicentro en Pedernales, al norte de Manta, sacudió toda la costa ecuatoriana.
Se trataba del mas fuerte registrado en Ecuador en las cuatro últimas décadas y su devastación se hizo notar en todo el país, registrándose daños en puntos tan alejados como Guayaquil a más de 300 kilómetros del epicentro donde un puente colapsó y muchas viviendas se vieron gravemente afectadas.
El sismo también se hizo sentir en la capital, Quito. Una extensa zona del país fue afectada por daños causados por el mismo.