La Ruta del Sol es una conocida ruta ecuatoriana que recorre la costa del Océano Pacífico desde la localidad Manabí de Atacames (punto más al norte) hasta Santa Elena (punto más al sur). Si bien, yo personalmente lo extendería unos pocos kilómetros más hasta Ancón para ver la puesta de sol en El Barranco.
Esta ruta también es bastante conocida como Spondylus (bivalvo con una vistosa concha) o Ruta Manabí-Santa Elena
Por motivos de disponibilidad de días, en mi caso comencé la ruta en Manta, recorriendo las dos terceras partes más al sur de ésta.
Manta
La enorme y cálida costa cuenta con kilómetros de playa de arena fina en la que se van sucediendo las zonas más dedicadas al baño, con otras más vírgenes para la fauna y las restantes empleadas por el hombre para diversos usos que van desde las lonjas de pesca, los restaurantes de playa e incluso la reparación de barcos sobre la misma playa.
Todas ellas dejaron en mi retina (y en la memoria digital de mi cámara) una bellísima colección de imágenes mientras la recorría con mi fantástico anfitrión, compañero de viaje y amigo, Pablo.
La noche, en la zona más urbana e interior, es animada y cuenta con un buen número de locales donde cenar y disfrutar de una consumición en terrazas o pubs.
El primer día de ruta comienza. Después de desayunar y bajar hasta las playas a caminar y tomar fotos, nos pusimos en marcha, ronzando el mediodía, en dirección sur.
San Lorenzo
La primera localidad que nos encontramos, dejada atrás la gran ciudad de Manta, es este pequeño pueblo de pescadores que, a pesar de contar con una buena playa, apenas tiene una explotación turística.
Paramos a tomar unas fotos desde el promontorio de entrada, que domina la costa y seguimos adelante. Justo a continuación le sucede una larga recta junto al océano que nos deja unas magníficas imágenes naturales, con la carretera ligeramente elevada y a los pies rompiendo las olas sobre la suave playa.
Puerto Cayo
Al llegar a ésta localidad playera, y pesquera, decidimos parar para comer. Es una hora ya un tanto tardía y hace mucho calor, por ello que es el sitio perfecto para hacer un alto y descansar.
Dejamos las motos junto a la playa y nos sentamos en uno de los muchos restaurantes de bambú que se suceden junto a la arena, mirando al mar.
Pedimos una parrillada de camarones apanaos y una cerveza fresca y disfrutamos de la deliciosa comida. Después un pequeño paseo por la playa para bajar lo ingerido y de nuevo a nuestras motos para continuar la marcha.
Playa de los Frailes
Pasamos por la puerta aunque no podemos entrar. Está prohibido el acceso a las motos. El lugar pertenece al Parque Nacional Machalilla y por tanto es un área protegida (días más tarde lo visitaré con Jorge y Pilar).
Puerto López
La conocida localidad de pescadores tiene una sencilla pero gran playa, y es desde ella desde donde se puede salir a avistar ballenas en la época apropiada, allá por el mes de junio.
La Entrada / Rinconada
El pueblo es pequeño, pero está siendo recuperadas todas sus casas con tal gusto, que merece la pena la visita.
Recorrer sus escasamente dos o tres calles paralelas, desde el mar a la carretera, con sus casas de colores, contemplar sus murales y sus placitas tranquilas desde las que disfrutar de la vista del Pacífico, es una experiencia indescriptible.
Acabando la jornada hacemos una parada en una Fábrica/Cafetería de chocolate a saborear la mousse de chocolate, típica de este sítio, un refresco y hacer un necesario descanso.
Olón y Montañita
Llegamos a la animada y turística localidad de Olón, con su magnífica, inmensa y tropical playa, rodeada de vegetación. Está acercándose el atardecer y es el lugar perfecto para buscar alojamiento y descansar.
Guardamos las motos en un patio interior del exótico alojamiento en el que nos hospedamos, y salimos a dar una vuelta y ver anochecer en la playa.
La gente, mayoritariamente turismo nacional y familiar, juegan, disfrutan del baño o pasean en un ambiente tranquilo y jovial.
Es entonces cuando decidimos tomar un taxi que nos lleva en 5 minutos a la animada localidad vecina de Montañita, lugar conocido entre los aficionados al surf y a la fiesta.
Montañita. El pueblo está abarrotado de locales de farra, restaurantes de todo tipo para cenar, y por supuesto, de tiendas de ropa, adornos y toda clase de cachivaches enfocados a la gente joven que allí se asienta. Caminamos por las distintas calles de edificios con techos de paja, hasta llegar a la playa en la que un mirador permite asomarse a la enorme longitud de costa y divisar parte de las zonas de ocio que a ella se asoman.
Nos sentamos a cenar mariscos en uno de los locales del centro y tras tomar unas cervezas nos marchamos de vuelta a nuestro hotel.
A la mañana siguiente me levanto con el amanecer y me voy directo a caminar a la playa. Apenas hay gente en ella. Camino un largo trecho hasta que me decido a quitarme la ropa y el calzado y meterme al mar. El agua está caliente y la perspectiva que tengo de la enorme playa rodeada de exuberante vegetación tropical reflejándose en la arena mojada por las olas es espectacular.
No he traído el teléfono así es que su recuerdo quedará tan solo en mi memoria. Salgo del agua y me seco con la brisa templada que sopla suavemente, mientras camino de vuelta al hotel para reunirme con Pablo para ir a desayunar.
Nos sentamos en un chiringuito de playa y pedimos bolón y café. Hablamos de la ruta mientras miramos al mar. Es hora de continuar.
Monteverde / Refinería
Durante unos cuantos kilómetros vamos atravesando pequeños pueblos y frondosas arboledas hasta llegar a Monteverde, donde la carretera transita de nuevo junto a la costa. Paramos al lado de una cabaña llamada «La Chismosita«, donde un puñado de hombres desocupados están bebiendo y dejando correr las horas. Se acercan a curiosear las motos y uno más joven me pide fotografiarse con ella.
Más allá se divisa la larga estructura que, a modo de puente, se adentra en el océano. Al final de ella, en alta mar, los petroleros se sitúan para cargar sus tanques. Es una imagen hermosa. En el lado de tierra, apenas unas pocas casas de pescadores y algunas sencillas construcciones a modo de chamizos interrumpen la playa.
Salinas
Llegando el medio día nos acercamos a Ballenita y, por tanto, a la entrada de Salinas. La carretera recta durante kilómetros y más kilómetros, está flanqueada por chiringuitos y restaurante playeros de aspecto agradable.
Después llega el tráfico más pesado del centro de ciudad y el calor húmedo y pegajoso hasta que nos encontramos atravesando el malecón. Paramos a tomar unas fotos de la playa, abarrotada de gente y embarcaciones de recreo y en unos pocos minutos más estamos a la puerta del apartamento donde nos esperan Jorge y Pilar.
Allí, casi llegando al faro, acaba la Ruta Spondylus para nosotros.
Febrero 2020
Saludos cordiales Javier.
No he podido ver el video (proximamente).
Soy Patricio Benavides de Quito – Ecuador y fue un gusto compartir contigo tus experiencias.
Muchos éxitos y un excelente retorno.
Te dejo mi correo electrònico. coraret2022@gmail.com.
Buenos días Patricio.
Igualmente, fue un placer conocerte y quedé enormemente agradecido de vuestro trato, acercándome a Quito y de que me ayudases con el taxi.
Ayer llegué a mi casa tras varios días en viaje de regreso. Quedamos en contacto a través del correo, que me guardo.
Un abrazo y hasta otra ocasión. Para cualquier cosa que pueda ayudar, quedo a tu dispsición en Madrid.