Costa sureste española 2017. Parte I: Extremadura y costa gaditana

De Castilla al corazón de Extremadura

Partimos de Segovia una cálida mañana de verano en dirección a Ávila, la ciudad amurallada que tantas veces hemos visitado antes, pero que en esta ocasión rodearemos para tomar el camino de Extremadura.

Tornavacas y Valle del Jerte

Escasamente a poco más de una hora de viaje pasamos junto al cartillo del Barco de Ávila y comenzamos a ascender, tra pasar sobre el rio Tormes, hacia el conocido puerto que domina el valle del Jerte, famoso por sus cerezos que, año tras año, atrae a miles de curiosos a contemplar el espectáculo de su floración.

En la cumbre paramos a contemplar las hermosas vistas desde el mirador desde el que a sus pies se abre hasta el horizonte el cauce del Río Jerte que da nombre al valle y pueblo que atraviesa.

Nos encontramos una pareja Francesa que llevan varios dias viajando por España y que han sufrido un pinchazo en su BMW. Aunque ya han reparado el agujero, solo disponen de una botella de aire comprimido y para colmo, al instalarla revienta el manguito de hinchado perdiendo el poco aire del que dispone. Les damos dos de las que llevo para mi y les deseamos suerte en el resto del viaje.

El día a avanzado ya mucho y es hora de buscar restaurante donde comer. Descendemos contemplando las ileras de cerezos ya cosechados y paramos a comer a la entrada del pueblo. Después nos asomamos a una de las muchas piscinas naturales que se indican desde la carretera y proseguimos nuestro viaje.

El día está caluroso y la hora más adelantada de lo que desearíamos por lo que decidimos tomar la ruta mas rápida: La autovía de La Plata. No tardamos mucho en llegar a la monumental ciudad «patrimonio de la humanidad».

Cáceres

Nos instalamos en un austero pero céntrico hotel a poco más de 5 minutos de la plaza desde la que arranca la escalinata por la que los visitantes se adentran a la Ciudad Vieja de Cáceres.

Cáceres

Invertimos la tarde en callejear por sus empedrados y extrechos rincones hasta caer la noche. Cáceres tiene un encanto especial que traslada al turista a otra época.

Mérida

Nos ponemos en marcha temprano en dirección hacia la romana capital extremeña. En poco rato estamos ante los arcos que aun se conservan en pie de uno de sus acueductos romanos que en otro tiempo abastecieron la importantísima capital romana. Tomamos fotos, disfrutamos de las incomparables vistas y nos dirigimos hacia el Museo Nacional de Arte Romano, donde nos desharemos de los equipajes y entraremos a conocer los incontables elementos que atesora.

Tras abandonar el museo, recorremos en moto las murallas y parte de enclaves turísticos de la localidad y marchamos hacia la costa sur. Nos queda aun por delante un gran trecho.

 

Rumbo al sur de Andalucía

Jerez y Puerto de Santa María

Al caer la tarde llegamos a la afamada ciudad bodeguera que da nombre a una varidad de vinos mundialmente conocida. Aqui nacieron como reclamos publicitarios algunos de los iconos tan reconocibles para cualquier extrangero que nos visite: El Toro de Osborte y El Tio Pepe.

La potentísima industria bodeguera de la zona junto a la otra actividad que la da fama a la ciudad: Los caballos, ofrecen al visitante un amplio abanico de posibilidades turisticas entre las que destacan Las Bodegas Gonzalez-Byass, las fortificaciones árabes, la Catedral, así como un  buen numero de iglesias, plazas, calles y, por supuesto, en las cercanías: El puerto de Santa María, con su animado paseo marítimo al que bajamos a cenar tras una magnifica caminata al atardecer, junto al mar.

 

Cádiz

En esta ocasión no visitaremos el casco antiguo de la ciudad, que ya recorrimos en viajes anteriores. Decidimos disfrutar del mar en la Playa de la Victoria durante todo el día

Alternamos los ratos de baño con el descanso en las terrazas del paseo hasta que comienza a caer la tarde, momento en el que decidimos coger carretera ya que hemos decidido hacer nocñe en la mágica Vejer.

Vejer de la Frontera

Ya de noche cerrada llegamos al alojamiento, nos instalamos y ponemos ropa cómoda y subimos a cenar al centro de la localidad.

La noche es suave y el hermosísimo pueblo de callecitas estrechas y terrazas blancas luce fascinante. Paseamos haciendo fotos por cada rincón hasta que el cansancio nos invita a regresar al hotel.

El Palmar, Trafalgar y Duna de Bolonia

El día amanece nublado aunque con una temperatura magnifica, ni frio ni calor. Bajamos hasta las cercanías a la enorme playa natural de El Palmar. La arena es fina y todo se encuentra envuelto en una tupida niebla que forma un efecto muy extraño. Los bañistas y los surfistas surgen de entre la bruma y las olas que aparecen en mitad de la nada.

 

A media mañana levanta la niebla y se alza un sol poderoso. Pedimos una paella en uno de los chiringuitos, mirando al Mary después del café nos ponemos en marcha hacia el Faro del Cabo de Trafalgar.

Allí en lo alto del peñasco que domina la costa, con el cielo azul y el mar a los pies contemplamos la belleza de estas tierras bañadas por el Atlantico sur.

Cabo de Trafalgar

Aun nos queda un último lugar por visitar hoy antes de que la tarde comience a decrecer: La Duna de Bolonia. Llegamos a ella con el sol ya bajo, nos detenemos por un instante contemplando las ruinas del importante yacimiento arqueológico de la Ciudad Romana que en otros tiempos ocupó este lugar y comenzamos a ascender por la inmensa duna blanca.

Es un contraste indescriptible caminar por estas dunas semejantes a la de un desierto de película, pero dejando el mar azul a la espalda y el denso bosque verde que la franquea. En lo alto, lo que vemos es la puesta de sol dorada. En lo alto de las dunas, tras hacer un puñado de fotos, nos sentamos a cenar uno bocadillos y contemplar el paradisiaco paisaje que nos rodea.

Ya de noche, descendemos la duna hacia la playa y montamos de nuevo en la moto hacia Tarifa, donde haremos noche.

Tarifa

Dedicamos el día a caminar y conocer este precioso y animado pueblo que constituye el extremo sur del continente europeo.

Callejeamos por su casco antiguo, entre las fortificaciones y placitas mitad cristianas, mitad árabes, que conforman su centro histórico.

La noche es animadísima. Sus laberínticas calles están repletas de bares, música, bullicio, así como de pequeños y coquetos comercios abarrotados de gente hasta bien entrada la noche.

Callejeando animadamente por la noche de Tarifa

Cenamos, caminamos, curioseamos y regresamos a descansar a un camping junto al mar, donde montamos la tienda de campaña la noche anterior.

 

Paso del Estrecho, Tánger

Por la mañana, sobre la marcha, apresuradamente decidimos cruzar a Marruecos. Recojemos todo lo rápido que podemos y salimos a toda prisa hacia el puerto para embarcar en el ferry que hace la travesía a Tánger.

Como no llevamos los pasaportes, tan solo nos permiten pasar el día visitando la ciudad pero en la noche debemos estar de regreso en España.

Un guía en autobús nos lleva a conocer los lugares más destacados de gran urbe, que fue protectorado español en otros tiempos.

Visitamos Cabo Espartel, y los barrios francés, español e italiano correspondientes a la época del protectorado. Nos fascina el ambiente callejero y la vivacidad y colorismo de los mercados.

La Kasba y la Medina, nos perdemos por susangostas y laberínticas calles repletas de mínimos comercios a modo de desordenado bazar.

También visitamos laplaya, el puerto, las cuevas de Ulises e incluso una explanada donde poder pasear en camellos (turistada total!!). Más tarde entramos a probar la comida autóctona en un turístico restaurante donde acompañan los platos con música marroquí.

y proseguimos callejeando por la ciudad vieja repleta de bazares más pensados para los turistas que para los locales, pero en cualquier caso muy divertido de ver.

Cada poco rato topamos con alguna Mezquita, aunque no podemos ver sus interiores por estar cerradas unas, y las que están abiertas desconocemos si podemos asomarnos como haríamos en occidente con cualquier iglesia cristiana.

Los marroquíes son grandes artesanos. Las callecitas del interior de Tánger están llenas de talleres con venta de toda clase de productos.

Tambien son amantes del té y el café, si bien no es común que las mujeres accedan a sus locales, salvo en las zonas reservadas al turismo occidental.

De regreso contemplamos alejarse África de nuevo, desde la cubierta de popa del barco, antes de llegar Tarifa.

Una noche más, salimos a disfrutar de su bullicioso centro antes de ir a dormir.

 

 

El Mirador del Estrecho

El día amanece completamente despejado. Paseamos un rato por la playa como despedida de tan bellas playas.

Es temprano aún. Los aficionados a los deportes de mar comienzan a llegar a la inmensa playa. Dentro de un rato el horizonte se cubrirá de una nube multicolor de velas con las que propulsar a velocidad endiablada las tablas de surf.

Es momento de poner rumbo hacia Málaga. Pasaremos por el Puerto de Tarifa desde el que parten y regresan los barcos pesqueros.

Y al fin dejamos atrás esta punta desde la que Europa salta a África, o viceversa, según quien lo cuente.

Comenzamos a recorrer nuestros primeros kilómetros, acompañados ahora ya, por el Mediterraneo.

Nuestra última parada para ver la costa africana la hacemos en el mirador del estrecho. La imagen es muy hermosa y resulta siempre sorprendente contemplar, tan cerca (escasamente a 13km), el comienzo de un nuevo continente, practicamente desconocido para nosotros.

 

 

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