A través de las siguientes 30 imágenes se presenta un recorrido por el inmenso contraste que ofrece la región andina ecuatoriana, alejado casi por completo, de las grandes urbes.
Variedad de paisajes y alturas
Las diferentes cotas entre las que se viaja, desde los profundos valles hasta las elevadas cumbres, despliegan una enorme variedad es paisajes que van desde la frondosa vegetación a la roca casi desnuda.
Zonas agrestes y peladas, con un matorral ralo dibujan los picos más elevados de las montañas y volcanes.
Mientras, los valles son de una brillante y exuberante verdosidad y tupidas masas arboreas. Torrentes flanquean de poco en poco las carreteras.
Poblaciones monumentales vs poblaciones pobres
Como contraste a las monumentales ciudades principales, las poblaciones rurales andinas son sencillas y pobres. Las primeras son limpias y organizadas, con bellas iglesias y edificios civiles relevantes.
Aunque también existen localidades intermedias como importantes núcleos comerciales en los que se disfruta de una arquitectura tradicional relevante.
Sorprende el labrado de la madera en muchos de los elementos de viviendas y edificios de uso público como iglesias y palacetes. Balcones, galerías y puertas presentan trabajos de gran belleza y laboriosidad.
Por contra, la mayoría de las construcciones de los pueblos pequeños que salpican los altos de montaña, son precarias, poco más que cobertizos en muchos casos.
Toda la vida comercial y de servicios de la localidad gira, alrededor de su iglesia y el parque central frente a ella.
Por contra, las ciudades principales son urbes de enorme tamaño, monumentalidad y progreso, en las que se fusiona la tradición, la historia y la modernidad. Las que he podido conocer (Riobamba y Cuenca en la zona de los Andes), son limpias y organizadas.
Orografía agreste, salvaje, enorme.
Una de las cosas que más impresiona de estas tierras es la magnitud de la naturaleza. Las montañas son inmensas, los valles profundos y enormes, los ríos pedregosos y embarrancados trascurren bajo altos puentes.
Puentes sobre profundos cauces. Hay mucho agua en buena parte del terreno. Caudalosos torrentes, muchos chorros y cataratas, lagunas…
Catarata del Pailón del Diablo, cerca de Baños de Agua Santa. La vegetación, en las cotas que aparece, es densa y salvaje. La pendiente de las montañas es casi vertical.
Peculiaridades culturales
Desde que amanece hasta la puesta del sol, las cunetas de las carreteras y caminos se llenan de cholitos, con animales, con niños, o cargados de vegetales y frutas.
Con sus coloridas indumentarias y peculiares sombreros no pasan desapercibidos. Viven en comunidades ocupando la mayorÍa de los núcleos de las tierras altas.
Y rehúyen de las cámaras de fotos y del contacto con las personas ajenas a la comunidad, más allá de la venta de sus productos o servicios.
Como en el oriente europeo, en Sudamérica sobreviven aun mercados tradicionales donde la venta «a granel» de mano directa del productor permite conocer los productos de la zona y su comercio a precios más bajos.
Además es un deleite, para el aficionado a la fotografía, contemplar y capturar las imágenes que dejan.
Agricultura y ganadería
La impresión que he sacado de lo visto durante las rutas es que estas tierras son mayoritariamente agrícolas, principalmente en pequeños minifundios.
En las tierras altas se ven con asiduidad las llamas, alpacas, vicuñas y guanacos, de los que los cholos sacan la lana que tejen para la elaboración de prendas de vestir, principalmente.
Aunque de cuando en cuando se ven algunas vacas y ovejas, en los valles y tierras más bajas, teniendo en cuenta la abundancia de pastos, no es mucha la actividad ganadera que desde la carretera se aprecia.
Algo más habitual es ver a los «chanchos» (cerdos), alimentándose sueltos por los campos. El cerdo es una de las carnes más consumidas en la gastronomía local, junto con la del pollo.
Fauna sorprendente.
A primera vista, la profusa visión de camélidos típicos de estas tierras como las llamas, las alpacas, los guanacos o las vicuñas, es lo que más sorprende al viajero.
Igualmente lo son aves tan emblemáticas como el cóndor así como un abundante número de águilas y especies cazadoras de gran tamaño.
Si se tiene la oportunidad, como lo fue en mi caso, de visitar reservas de fauna andina, se descubre un buen número de animales desconocidos para un europeo.
También abundan las coloridas aves con las que estamos más familiarizados como guacamayos, etc.
Carreteras y vida.
Como en todos los lugares que conozco del mundo, las carreteras son como arterias cuya sangre hace que la vida fluya a todo el país.
Los pequeños comercios, en simples chamizos, son una fuente de ingresos para las economías familiares en los pueblos humildes. En Ecuador es común que a pie de comercio se sitúen personas agitando banderolas para atraer a los conductores a su negocio.
A pesar de lo agreste del paisaje, por término general, las carreteras de Ecuador no son malas. Lo que sí es más habitual son los desprendimientos que dejan piedras en la vía, a veces de gran tamaño.
Muchas de las rotondas están profusamente decoradas con elementos tradicionales o simplemente con grandes letras anunciando en nombre de la localidad.
También es común, como en toda la América Latina de tradición cristiana, las capillas, muchas de ellas con ornamentaciones o estructuras de lo más llamativas.
En Ecuador como en Colombia, país con el que comparte algunas similitudes, muchos de los camiones son de tipo americano. Muy atractivos para el viajero europeo.
En resumen …
Desde mi primer día, cuando nada más llegar tomé camino hacia Riobamba, no ha dejado de entusiasmarme cada rincón que he conocido de estas tierras.
Me ha fascinado su naturaleza, la amabilidad de sus gentes y los elementos históricos y culturales que he conocido. Por todo ello, espero volver de nuevo para seguir conociendo todo aquello que aún no pude visitar.
Javier de Lucas Vázquez – www.1000rutas.com
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