Uno de los asuntos más comprometidos para tratar de mi viaje por Marruecos es lo tocante a la comida. Vaya por delante que a mí me ha resultado una experiencia muy recomendable y que he disfrutado bastante de la comida en general.
Para abordar este asunto, se me ocurre que lo primero es ponerte en situación de algunas de las costumbres más comunes en todo el país.
La comida en Marruecos es de un sabor potente y exótico gracias al uso de muchas especias. No es común que sea especialmente picante, pero si muy gustosa. Por otra parte, es un lugar donde los escrupulosos han de seleccionar bien el local, o tratar de guardarse sus escrúpulos para otra ocasión.
El té
Esta bebida está presente en todo momento en Marruecos. Por más aislado y agreste que sea el lugar donde te encuentres, siempre aparecerá alguien que te ofrecerá un té. Ya sea mientras gestionas la habitación de un hotel, o si de repente te paras en la carretera a sacar unas fotos. Solo hará falta que te tomes unos instantes para que surja alguien de ‘la nada’ y te ofrecta acercarte a un pequeño fuego y tomar el té.
Los marroquíes lo suelen tomar muy azucarado. Si bien en la mayoría de los casos, sobre todo en las terrazas y establecimientos de hostelería, acompañan por separado el té y 2 o 3 terrones de azúcar, hay ocasiones en las que la bebida es servida ya previamente endulzada.
Según las zonas, la infusión se suele acompañar con algunas otras hierbas que le dan un matiz completamente distinto según la mezcla: Hierbabuena, menta, berbedus, shiba…
Tomar té, además de las cualidades diuréticas que tiene, aporta al viajero la oportunidad de hidratarse regularmente sin los riesgos que conlleva el consumo de agua no tratado o del peligro que representan los refrescos cuando son servidos con hielo. El té mitiga fantásticamente la sed y, al estar hervido, no entraña riesgos.
Los desayunos
En casi todos los alojamientos está incluido el desayuno que, en general, suele ser similar. Piezas de pan, aceite de oliva, mantequilla y mermeladas, aceitunas, dátiles, queso, algunos dulces, a veces tortitas de harina y para beber zumos, té y/o café.
Normalmente son abundantes y bien presentados, por más humilde que sea el lugar. Por su abundancia, la mayoría de los días, durante nuestro viaje, nos supuso un aporte de energía suficiente como para llegar sin problemas hasta las primeras horas de la tarde.
Por cierto, los marroquíes suelen comer a una hora más temprana de lo que acostumbramos en España, asunto que nos ocasionó a veces algo de dificultad para encontrar donde comer en algunas etapas.
El pan
Las tradicionales hogazas de pan, son, además de baratas (1 dirham, unos 9 centimos de euro) de una calidad excelente en todas sus variedades. Se encuentra en cualquier lugar, por rural y perdido que sea. Siempre hay algun puestecito o tienda donde se venda.
Tarda bastantes días en ponerse duro, lo que nos vino estupendamente en muchas ocasiones sirviendonos para almorzar en ruta, con algo de jamón, lomo y queso que llevabamos enpaquetado.
Algunos platos típicos
Los platos más conocidos del país son los Tajines y el Couscous. Estos nombres definen de una manera genérica de elaboración de unos platos que presentan muchas variantes e ingredientes distintos.
A esta varianza de elaboraciones en cada lugar, se le suma las costumbres de cada región y el acceso o carencia de productos de cada territorio.
Otros platos típicos, sobre en las paradas improvisadas de carretera, son las ‘barbacoas‘ de pavo y pollo sazonadas con diversas especias y salsas.
Allá donde se eleve una columna de humo, generalmente nos encontramos algún puesto de comida callejera o barbacoa.
En ciertas regiones además son comunes los guisos de distintas legumbres con carne o pescado, tales como los garbanzos o las judías.
En las costas, aunque no con tanta variedad como acostumbramos en España, encontramos también elaboraciones con productos de mar, como por ejemplo esta deliciosa fritura de pescados que disfrutamos junto al mercado de Sidi Ifni.
Aceite, olivas y frutas
Como país mediterráneo que es, el aceite de oliva está presente en las mesas así como las aceitunas, ya sean o no aliñadas, de una manera muy semejante a como se encuentran en España. Aunque hay menos variedad de ellas, son de buena calidad.
Igualmente es habitual encontrar puestos de frutas a lo largo de la carretera. Unas de las más comunes son las granadas, que suelen ser bastante buenas. También es común encontrar manzanas o cítricos, aunque estas, para mi gusto, son de peor calidad a lo que acostumbramos a consumir en España.
Por supuesto, en ciertas barriadas de las ciudades se encuentran extensos mercados callejeros abiertos hasta bien avanzada la noche en muchos casos. En ellos encontraremos toda clase de frutas y verduras.
Restaurantes
En comparación con los precios europeos, los restaurantes marroquís son baratos y muchos de ellos deliciosos, limpios y aunque modestos, muy agradables.
Costumbres
Las condiciones higiénicas y de presentación de los platos a veces pueden echar atrás, y con razón, al viajero occidental acostumbrado a unos niveles de asepsia que, por otra parte a veces rayan en lo obsesivo. En todo caso, en la mayoría de los casos convienen dejar atrás ciertos prejuicios y disfrutar de una comida que, estando cocinada y siendo consumida con prontitud, como lo es, no ofrece ningún riesgo.
Mercados.
Como otras tantas cosas en Marruecos, los mercados suelen ser viejos, descuidados, de olores intensos y a veces un tanto desorganizados, aunque no necesariamente sucios.
También son lugares muchas veces bulliciosos y de indiscutible atractivo fotográfico.
Suelen estar concurridos hasta bien entrada la noche y son, además de un lugar donde comprar, también uno donde acudir en busca de comida callejera recién elaborada.
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